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Breve diario de una vida: Amy Winehouse

  • Foto del escritor: revistaelcoloso
    revistaelcoloso
  • 9 mar
  • 3 Min. de lectura


Mi primera visión de Amy Winehouse fue con su vestido celeste y su enorme cinturón, caminando con los ojos llorosos, algo ausente, mientras una multitud de personas pasan a su alrededor, casi sin verla, chocándola.



Eso era Tears Dry On Their Own, una de sus canciones más icónicas, acompañada de los otros gigantes de Back to Black, el álbum que la convirtió en leyenda. Tan sólo el segundo álbum que sacó y, por desgracia, el último.


Pocos artistas logran un legado con tan sólo dos álbumes. Recuerdo el día que Amy murió, recuerdo lo triste que me sentí. Yo tenía diez años. Sabía que Amy era joven, sabía que veintisiete años era demasiado pronto; pero ahora, a mis veintitrés, realmente me doy cuenta de lo breve que fue su vida, y lo increíblemente agradecida que estoy de que una artista así existiera.


En realidad, el video de Tears Dry On Their Own no fue cómo la conocí. Antes del delineador, los piercings y el beehive, escuché su voz en la radio del Volkswagen gol blanco destrozado que manejaba mi padre. Una voz tan distintiva, imposible de confundir, imposible de replicar. Pasaron los años, y Amy siguió siendo de mis artistas favoritas durante toda mi adolescencia, pero no fue hasta mi adultez que escuché de principio a fin uno de los álbumes más brillantes que tengo el placer de conocer: Frank.


Escrito cuando tenía tan sólo 19 años, la creatividad, la acidez y el excelente humor de Amy brillan en cada canción. En Stronger Than Me, el primer sencillo, lamenta que su novio no sea lo suficientemente hombre a su lado.


‘’You always wanna talk it through / I don't care’’

‘’Siempre quieres hablar al respecto / no me importa’’


Es refrescante, sincero y directo. La clase de cosa que una amiga te dice en un bar cuando nadie está ahí para censurarla. Con su maravillosa voz de contralto, su fantástica sonrisa y sus aros rojos, Amy tiene una pregunta para su novio: ‘’Are you gay?’’.


Semejante a la decepción de Stronger Than Me, en In My Bed (el tercer sencillo) le explica a un hombre, que no piensa compartir nada más que sexo con él. No es un lamento, no es una tragedia, no es una pobre chica fingiendo no querer nada más, es una declaración, con su vestido corto y su monroe piercing, diciendo que sólo le tomará la mano para arreglar el ángulo.


‘’Yours is a familiar face / but that don’t make your place safe / in my bed’’

‘’Tu cara es familiar / pero eso no asegura tu lugar / en mi cama’’


Podría parecer un contraste increíble, la Amy sonriente en los videos de Frank y la de los ojos llorosos de Back to Black, pero no lo considero así. Es verdad, Amy ya no era la misma, pero hay algo esencial en ella que está presente en todo lo que tocó como artista: su voz. No sólo la fantástica voz que tenía, la manera de interpretar y jugar con las notas y la dicción, sino su voz, esa sinceridad, humor y vulnerabilidad que la hicieron una artista como no habrá otra.


Cada una de las canciones en este álbum suenan a un pub, a un bar, a la clase de problema por el que una amiga te llama de madrugada, pidiéndote que no le digas nada, que ya sabe que hizo mal. Con frases sencillas, tenía la habilidad de dar una imagen viva y emocional. Ya sea en You Sent Me Flying o en Take The Box (una de mis canciones favoritas) donde la escena está clara: una relación termina, vecinos gritando mientras suenan los timbres, regalos sentimentales tirados en una caja, un cuarto que huele a él.



En 2004, confesó que jamás había escuchado Frank desde principio a fin, y que ni siquiera tenía una copia en su casa: ‘’Bueno, el marketing fue una mierda, la promoción fue terrible. Todo estaba en ruinas’’.


Me gustaría que Amy siguiera aquí, me gustaría que su vida no hubiera acabado tan temprano, que la prensa no la hubiera tratado como la mierda, que la hubieran apreciado más mientras vivió. También, me gustaría pensar que supo lo fantástica que era. Decía que le costaba pensar que había gente que no tenía una guitarra, que al llegar a sus casas después de un mal día no pudieran ponerse a cantar. No soy buena cantante, pero al llegar a casa me gusta escuchar a Amy Winehouse.


Por Martina Sosa











 
 
 

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