Reseña: Faunario de Tomás Veizaga
- revistaelcoloso
- hace 5 días
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El estudio de lo bello es un duelo donde el artista grita de espanto antes de ser vencido
Charles Baudelaire
Mi primera reacción al terminar de leer Faunario (Editorial Oso de Agua, 2025) fue, y como creo que sucede con las grandes obras, el silencio absoluto, la abstracción y, tal vez, el ensueño. Me encontré frente a muchas preguntas sin resolver, demasiadas, quizá, pero no sólo acerca del libro en sí mismo, sino a cómo, cuándo, y porqué había sido escrito, y con qué intención. Eso, a veces, resulta aún más fascinante que el contenido de la obra porque nos adentra en la mente de otra persona. Y no hay nada más grandioso e inentendible que la mente humana.
Faunario me hizo rememorar algunos de los tantos cuentos que habitan en mi cabeza, como “El cuervo” y “El corazón delator” de Edgar Allan Poe, “El vestido verde aceituna” de Silvina Ocampo, y la vasta y maravillosa mitología Borgeana –en especial la figura, simbolismo e imagen del tigre. Pero, más allá de estos paralelismos narrativos, lo que llama a la lectura de Faunario es su perspicaz originalidad, y su retorcido, pero jocoso sentido del humor. La pluma de Tomás es limpia, minimalista, sin adornos ni artificios, pues no los necesita: hacen falta dos o tres palabras para contar una historia realmente genuina. Y si hablamos de genuinidad, no puedo no pensar en Hemingway, quien, en cierta ocasión, dijo: “No describas una emoción, hazla”. Y Faunario es un canto a las emociones. Un canto que, si bien está escrito como una analogía en relación a los animales, no deja de ser un libro sumamente humano: es un libro acerca de la naturaleza humana. Esto se me hizo aún más evidente luego de leer el segundo cuento de la compilación, titulado, de manera simple pero magistral, “Perro en la ventana”. Quiero remitirme a este cuento porque fue el que más me gustó. Este texto transita por la estética narrativa del drama, el terror psicológico y el suspenso, pero aquí no hay monstruos, ni seres fantásticos, el terror se presenta, y tal y como mencioné antes, en la misma naturaleza humana. Es el hombre frente al aislamiento, la desesperación y el descontento. Perro en la ventana me quitó el poco aire que me queda en los pulmones. Y sé que va a sonar un tanto masoquista de mi parte; pero lo cierto es fue justamente eso lo que más me encandiló del relato: el sentirme identificado con el protagonista, y es que, a mi entender, la buena literatura no busca incomodar, ni hacerte sentir mal porque sí, sino, y como podría suceder con un cuadro de Goya, hace que te preguntes ciertas cuestiones, y, sobre todo, hace que te sientas identificado con los personajes.
Ahora, quiero volver a la pregunta del principio, ¿Cómo, ¿cuándo y por qué fue escrito este libro? Obviamente, no tengo la respuesta; pero lo que sí puedo decir es que los artistas se desarrollan a través de las experiencias, experiencias que sólo el tiempo nos puede facilitar, y Faunario es la declaración de alguien que ha vivido lo suficiente como para contar una historia. Una historia propia e íntima, y que merece ser leída.
Por Javier Ignacio Lux

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