Huella: Texto de Jesús Pérez Godoy
- revistaelcoloso
- 5 jul
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Siete cuencas amarillas giran alrededor del pedazo de carne, cabalgando como humo y espermatozoide, digieren estrepitosamente —sin voz— los desechos de mi ombligo. La puerta, sin existir, esconde un ser enorme. Solo distingo sus ojos, o lo que parecen canicas, en realidad sus papilas gustativas desprendidas como pirañas.
Parece ser un hombre de veintisiete años, acostado sobre un río desnudo, mirando las nubes, jugando con aves que chocan contra él como si fuera un dique.
Se esputa la humildad. El ego, libre. Como si todos estuvieran ungidos en una gloria indistinguible. Hoy por hoy, cada humano es tan poderoso que cualquier ofensa es un ataque al intelecto. ¿Dónde van las sombras? Quizás sean especiales… ¿No? Nadie es especial. Todos quieren ser Homero en la Odisea, que el mundo gire alrededor del ombligo más cotizado, más catalogado, más pagado. Quieren dejar huella.
Quizás las sombras sean el producto de esa demanda caprichosa de poder, de esa arrogancia comida por la envidia. Casi he muerto de envidia sin juzgar. Tal vez no sea rentable manipular la calidad para su rentabilidad.
Las manos atacan el corazón y destrozan lo que queda. No sé dónde se pierde el amor y dónde comienza el capitalismo. Nadie quiere ser pisado, todos quieren dejar huella. Y lo único que queda son cabezas cabalgando como canicas amarillas, girando alrededor de un pedazo de carne.
Entonces Marta me mira.
—Yo no sé qué será el amor. Yo no sé qué será la valentía. Pero sé lo que no es, cuando no es.
Una tonada incipiente desvela el dolor. En una melodía impropia, triste, atisbo mi ser en una espada que se ajusta a la ocasión… en su no piel.

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