Entrega: Poema de Amapola Fuentes
- revistaelcoloso
- 10 jun
- 1 Min. de lectura
Entregué mi fuerza vital y me devolvieron un regurgito negro tirado en el piso.
Entregué horas, silencios y desveladas, y me devolvieron un insomnio terminal.
Entregué mi corazón envuelto en hojas de libros, me devolvieron carne molida.
Entregué mis ojos a centenares de premisas, me devolvieron el extravío.
Entregué andares y caminares en una calle sitiada, me devolvieron gas pimienta.
Entregué anhelos que a día de hoy huelen a lacrimógena y plomo.
He desplegado dos décadas a cambio de que nada cambie.
He desplegado una infancia que se ha vuelto agua turbia.
He desplegado manos repletas que se han quedado vacías.
Repito las mismas palabras una y otra vez,
en la repetición hay pérdida, o hay insistencia.
Insisto por remarcar que he quedado carente.
O tal vez sólo he sido insuficiente
para librar las batallas
que aún nadie logra imaginar.
Este presente es de un alto calibre
para este revólver simple de un tiro que soy.
Mi pólvora se ha ido regando en el camino.
Ya no es tiempo de jugar a ser tanque paramilitar,
sino de recuperar todo lo que he entregado,
para volver a empezar.
De todas maneras, nunca he entregado esperando algo a cambio.
Siento las sienes drenadas de toda condición,
y un agotamiento que demanda sepulcro.
Este es el verdadero círculo de uróboros.

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