Carta quemada: Texto de Javier Ignacio Lux
- revistaelcoloso
- 19 feb
- 2 Min. de lectura
No volveremos a hablar. Lo sé. Pero, y antes de que eso suceda, antes de que nos miremos con hostilidad e indiferencia, y nos comencemos a olvidar lentamente, tengo algunas cosas que decir –demasiadas, quizá; pero el tiempo siempre va hacia adelante, y tu tren está por partir.
Me tocó creer en el amor a primera vista, y así sucedió apenas te vi llegar, y, a pesar de saber que no era mutuo, lo acepté: momento en el que reproduje en mi mente la canción “With a Little Help from My Friends” de The Beatles: «Would you believe in a love at first sight? Yes, I'm certain that it happens all the time». Desearía haber muerto ahí mismo. No sé a ciencia cierta si esto es una maldición, un don, o si, simplemente, es una cuestión que abraza el azar –como todo en la vida. Admiro, y esto lo digo en todas las formas verbales posibles: pasado, presente y futuro, tu personalidad, tu locura, y, sobre todo, esa maravillosa capacidad de ver más allá del horizonte: ese regalo que a los Dioses tanto les cuesta entregar. Y todas esas pequeñas cosas que hacías en silencio (morderte los dedos, gemir con la boca cerrada, desviar mi mirada…), y que, con el pasar de los años, recordaré como quien recuerda la muerte de un abuelo; es decir, con tanto alivio como con nostalgia.
Posees la magia de las palabras, y, también, el desengaño de la tristeza, y eso, amiga mía, te convierte en poeta.
Y cuando te observé desde el umbral… Oh, todas las flores se abrieron en mí, y eran tan brillantes como el fulgor de tus ojos, ¿cómo fue que no quedé ciego al instante? No, no perdí la visión; pero sí el habla. La vergüenza. Siempre la jodida vergüenza. Quise decir tantas cosas, y olvidar unas cuantas, y sólo sentí el peso del silencio, y la pena de jamás haber expresado lo que quería: acercarme lo suficiente como para oír los latidos de tu corazón.
Tu tren, querida, está por partir… Es mejor que te vayas.

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